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Asalto al Cuartel Goicuría, la épica de los valientes

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En el asalto perdieron la vida cinco de los asaltantes. El resto de los asesinos fueron perseguidos, torturados y posteriormente asesinados. Sus cadáveres quedaron expuestos en la explanada del Cuartel Goicuría hasta su enterramiento.

Aquel domingo, el último de abril de 1956, ni Reynold García ni los más de 50 hombres que pretendían tomar el cuartel Goicuría por sorpresa podían adivinar el destino fallido de la acción que durante meses habían preparado con especial recelo. Nada indicaba que el sueño casi acariciado de entregar armas al pueblo y combatir definitivamente a la dictadura después de tres años de represión e incertidumbre, fracasaría; ni que la muerte del principal líder de la acción, ni la masacre que sobrevino al encuentro en la posta número 6 serían la gran sorpresa del asalto. 

Aquel domingo, el último de abril de 1956, ni Reynold García ni los más de 50 hombres que pretendían tomar el cuartel Goicuría por sorpresa podían adivinar el destino fallido de la acción que durante meses habían preparado con especial recelo.
Vista del cuartel donde fueron concentrados los camiones ocupados a los asaltantes y donde se expusieron sus cuerpos masacrados hasta su enterramiento en una fosa común. 

Una cosa sí dejaron claro quienes aquel mediodía tomaron las escasas municiones acopiadas y se subieron a los camiones de la “Díaz de Villegas”: la valentía inmensa y el deseo de cambiar el destino de la Isla. Aquellos jóvenes inmensos, perseguidos y masacrados luego, protagonizaron el hecho combativo más importante de la República en la ciudad de Matanzas y el de mayor trascendencia en la lucha contra la tiranía batistiana, cuya repercusión traspasó los límites locales para impactar en toda la nación.

En su libro Mártires del Goicuría, texto que constituye la más profunda investigación sobre estos hechos, la destacada historiadora Clara Enma Chávez Álvarez sostiene que “rememorar esa fecha es honrar a Matanzas, porque constituye un símbolo de la tradición de su pueblo, es paradigma de la matanceridad”. 

RECUENTO HISTÓRICO

El proyecto de asalto fue concebido a finales de 1955 por Reynold García y Mario Vázquez, quienes con anterioridad habían desarrollado acciones de oposición al gobierno, primero desde las filas del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) PRC y luego como parte de la Acción Auténtica Armada (Triple A). 

El reclutamiento se realizó entre La Habana y Matanzas, en su mayoría trabajadores de la construcción y empleados en otras dependencias con una edad promedio de 28 años. El citado texto resalta que a este grupo heterogéneo lo unían dos factores determinantes: su condición de revolucionarios y el interés de contribuir al derrocamiento de la dictadura.

El chequeo inicial al cuartel fue realizado por Reynold García con el apoyo de exmilitares y amistades cercanas al cuartel Goicuría. 

Reconstrucción del plano original ( interior) de la instalación militar. Confeccionado por Mariano de la red Sotolongo.

Fue un trabajo de meses, señala Chávez Álvarez, que permitió conocer la distribución del armamento, posiciones defensivas y efectivos en la plaza militar, lo cual posibilitó seleccionar la fecha y horas más convenientes para el ataque, así como la confección de un plano elaborado por Mariano de la Red Sotolongo con los detalles del lugar. 

Con esta información se dibujó el plano y se contrastó, además, la información de la finca Las Tres Ceibas o Morales, localizada en el Valle de Yumurí, donde establecieron el campamento, y también la de la Mina Margot que tomarían para obtener el transporte y la dinamita necesarios.

“En la mañana del 29 de abril —auxiliado por Mario Vázquez y Arnaldo Ramos— Reynold les explicó a los combatientes los pormenores de la acción y sus objetivos. Hizo énfasis en el tratamiento respetuoso que se le daría al enemigo una vez derrotado y arengó a la lucha, al tiempo que preveía la posibilidad de abandonar el proyecto quien así lo decidiera”, comenta Chávez Álvarez.

Alrededor de las diez de la mañana comenzó la ejecución de acuerdo con lo previsto. Un grupo de hombres, al mando de Mario Vázquez y Arnaldo Ramos, tomaron la mina y ocuparon las municiones. Alrededor de las 11:30 avanzó la caravana de camiones cubiertos de arena, seguidos de la camioneta con la dinamita. 

“El grupo comandado por Arnaldo Ramos, cuya misión consistía en atacar el Escuadrón 41 de la Guardia Rural, avanzó por dicha vía; en tanto, a la altura de las calles Navia y Aróstegui, el resto de los vehículos dobló a la derecha, camino a la posta No. 6”, relata en Mártires… Chávez Álvarez.

Posta número 6 del Cuartel Goicuria

A las 12:30 p.m., cuando el primer camión cruzaba la posta y se disponía a acceder al perímetro del cuartel algo llamó la atención del soldado de guardia, quien disparó al aire, desatando así un tiroteo por parte de la guarnición al que solo pudieron responder algunos asaltantes.

La confusión generada ante este hecho inesperado, el fallo del factor sorpresa y la inexistencia de una estrategia de retirada frustraron el ataque. El primer camión en el que viajaba Reynold quedó bajo el fuego frontal de la ametralladora y prácticamente destruido, impidiendo así el avance del resto de los vehículos y generando el repliegue de los atacantes. 

Cinco de ellos, entre los que se encontraba Reynold, perdieron la vida en ese momento, mientras que otros 10 fueron perseguidos, torturados y finalmente asesinados en la sede del regimiento en un combate con bajas de un solo bando, pues resultaron apenas tres los heridos graves del ejército.

Ropa de los mártires del Goicuría luego de la masacre.

A la mañana siguiente el diario El Imparcial daba cuenta de 12 hombres caídos durante el tiroteo, sin embargo, lo ocurrido en la tarde del 29 de abril fue una despiadada masacre perpetrada con total impunidad y reconocida, incluso, por Batista con la Cruz de Honor, la más alta condecoración conferida en esa época a las fuerzas armadas y sus miembros.

Según la investigación de Chávez Álvarez, por los sucesos del Goicuría se radicó la causa 37 de 1956 del tribunal de urgencias de Matanzas, instruida contra 81 acusados por un delito contra los poderes del Estado. De los detenidos presentados a juicio, uno se había escapado del campamento en la madrugada del 29 de abril y tres solo habían colaborado materialmente durante la organización. Ninguno de los cuatro participó en la acción revolucionaria, sin embargo aparecían en una lista  ocupada a Reynold García tras su asesinato.  

De izquierda a derecha, acusado no identificado, Armando Gómez Peralta, Jesús Ramón Arencibia, Jesús Alonso Ardines, Rafael Quiñones Estévez y Gerardo Quesada Gómez dura te la sesión de la vista oral de la causa 37/56.

El juicio sumario inició el 16 de agosto de ese año y concluyó el 14 de septiembre.Tras las vistas, transcurridas en la Audiencia de Matanzas, siete resultaron culpables, con lo cual fueron condenados a tres años de prisión en la cárcel de de Matanzas, no obstante, unos días después fueron trasladados a Isla de Pinos, contraviniendo la sentencia del tribunal matancero.

En cuanto a los combatientes caídos y asesinados con posterioridad al fallido asalto, no se permitió a sus familiares acceder a sus cadáveres, tras cerca de veinte horas detenidos durante la explanada, expuestos a la intemperie. El 30 de abril fueron enterrados en una fosa común. El hermano de Reynold García intentaría la exhumación de dichos cuerpos, sin embargo la dolorosa misión tuvo que esperar al triunfo Revolucionario, cuando los restos fueron trasladados provisionalmente a la tumba de la familia de Reynold García.

No sería hasta el 29 de abril de 1961, que se colocaría la primera piedra del mausoleo dedicado a ellos. Tres años después recibieron los honores póstumos que merecían y fueron trasladados al monumento funerario donde hoy descansan en el Cementerio San Carlos Borromeo de Matanzas.

RESCATAR LA HISTORIA

Quizás de no ser por la minuciosa investigación que por años desarrolló Clara Enma, hoy la historia del Goicuría no se conociera en su totalidad. Con ello se pudieron dilucidar dos elementos esenciales para su comprensión. 

“Alrededor del hecho siempre estuvieron algunas interrogantes. Primero, que en parte de la bibliografía y los periódicos de la época aparecía como un hecho protagonizado por el autenticismo, una corriente que todos sabemos lo que significó; y por otro lado rondaba la duda sobre qué fue lo que en realidad frustró el factor sorpresa del ataque”.

Sobre esa base Clara Enma se lanzó a la consulta de un gran volumen de información, artículos de prensa de la época y entrevistas a los sobrevivientes que permanecían en Cuba, análisis tras el que se logró comprobar que la filiación política de los asaltantes era diversa.

“Algunos pertenecían a la Triple A, otros al PRC (Auténtico), también había miembros del Partido Socialista Popular, del Movimiento 26 de Julio y otros no tenían filiación política definida. No obstante, quedó claro durante la investigación que el objetivo del asalto los desvinculó de todos los compromisos políticos para asestar el golpe a la dictadura de Batista.

Con respecto al tema del factor sorpresa se hizo muy complejo obtener la información porque los testigos directos del asalto fallecieron o fueron asesinados. No obstante, durante las entrevistas pudimos comprobar que se trataba de un plan minuciosamente elaborado, en el cual los asaltantes tuvieron la información, aunque estaban reclutados, a último momento. Por otro lado, con la toma de la Mina Margot se cortaron las comunicaciones que pudieran haber alertado a los oficiales del regimiento. 

“El día escogido era el ideal, pues no había muchos hombres en el cuartel. Asimismo, los camiones ocupados y utilizados para el traslado, entraban con regularidad a abastecerse de combustible, es decir, que en términos de seguridad se contaba con todos los factores para funcionar. Aún así, es un misterio todavía el inicio del tiroteo, pero quedó claro que no hubo ningún delator entre el grupo de los atacantes”.

Reciben la medalla XX Aniversario de las Far los sobrevivientes del Asalto al Goicuría: Luis Bonito Milán, Arnaldo Lamadrid González, Nicolás Quiñones Estévez, Gerardo Quesada Gómez, Néstor Luciano Rodríguez Borges, Rafael Peña González, Luis Albellar Bonilla u José Fernández García el 20 de septiembre de 1981.

Estos aportes determinaron en que 20 años después de los hechos, en la explanada del entonces convertido Centro Escolar Mártires del Goicuría se efectuase la entrega de la medalla XX Aniversario de las FAR concedida por el Consejo de Estado a nueve de los sobrevivientes del asalto.

Además de estos aportes el texto, publicado en la colección Semilla, de la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, rescata la esencia humana de los mártires junto a su trayectoria revolucionaria, aspectos que sin dudas tributan a que los cubanos y especialmente los matanceros conozcan mucho mejor la historia de un hecho de especial relevancia en el panorama revolucionario cubano.

Cada 29 de Abril pioneros del centro realizan un asalto simbólico a la institución como homenaje a los mártires del Goicuría.

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