Andrés Gutiérrez Alba es un joven con una sensibilidad especial hacia las artes plásticas. Es estudiante de 2do. año de Electromedicina en la Facultad de Ciencias Médicas de Pinar del Río. Nunca pensó que su obra Queriendo escapar I sería la ganadora en el apartado de Pintura en el 25to. Festival Nacional de Artistas Aficionados de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), celebrado recientemente en la Ciudad de los Puentes.
«El Movimiento de Artistas Aficionados (MAA) me ha enriquecido espiritualmente como persona, estudiante y futuro profesional. No sé qué habría sido sin esa posibilidad de elevar el nivel cultural en todas las manifestaciones, gracias también a los instructores de arte en la universidad», valora el joven pinareño, quien reconoce que en este, su primer festival, se lleva una grata impresión de su organización y de los matanceros.
El MAA de la FEU se ha convertido en un espacio para el fortalecimiento de la formación integral de los futuros profesionales, donde el universitario logra crecerse en el plano profesional y cultural, y su festival es el acontecimiento cumbre de cuanto acontece en las universidades en materia cultural.
En él participan todos los estudiantes que así lo deseen, además de graduados de un período menor de dos años y los profesores-instructores o graduados de más de dos años, siempre que no excedan el diez por ciento de los integrantes de la agrupación y no tengan un papel protagónico en la propuesta artística de cualquiera de las seis manifestaciones en las que se compite: música, danza, teatro, artes visuales, literatura, audiovisuales y la categoría especial de locución.
Con seis décadas de creado este Movimiento, ¿cuáles son sus principales desafíos, debilidades y transformaciones? ¿Cuánto ha aportado al esparcimiento de los estudiantes? ¿Trasciende el mero hecho competitivo el festival como concepto? Tras esas interrogantes estuvo Juventud Rebelde con sus protagonistas, profesores, autoridades universitarias y representantes de la FEU.
De creación, recursos, financiamientos…
Caridad Daily López Cruz, metodóloga de la Dirección de Extensión Universitaria del Ministerio de Educación Superior (MES), subrayó a este diario que el festival posee un alto nivel técnico y artístico en todas las manifestaciones.
La creación demanda nuevas visiones para cambiar los modos de compartir las realidades que nuestros estudiantes, en sus roles de artistas, son capaces de transmitir en sus obras y propuestas, precisa López Cruz, quien apreció este año un festival digno y emotivo.
Hay varios desafíos desde el punto de vista financiero para garantizar un encuentro como este, reconoce la metodóloga: «a veces quisiéramos hacer mucho más y no podemos porque no contamos con todos los recursos para facilitarles a los estudiantes ese proceso de creación», aseguró la también secretaria ejecutiva del evento, que se desarrolló este mes en la ciudad de Matanzas.
«Hay algunas vías para respaldar el proceso creativo en algunas manifestaciones, pero en otras se encarece demasiado el proceso, o queda un poco a la iniciativa personal en manifestaciones como las artes visuales, que casi siempre se organizan a partir de los recursos de los estudiantes. No así en artes escénicas, que cuenta con espacios para ensayo y financiamiento para la compra de vestuario y calzado.
«Esto no significa que haya una debilidad en las artes visuales: el Salón Nacional demuestra lo contrario, con una exposición de 263 obras evaluadas a nivel de país», asevera López Cruz.
La metodóloga reconoció como dificultad que a veces no tienen instructores de arte a tiempo completo en las universidades, y aun cuando la educación superior cubana se apoya mucho en el sistema de Casas de Cultura y hay una simbiosis de muchos años para mantener la calidad del MAA, en algunas provincias está más deprimido que en otras porque no tienen fuerza técnica suficiente para llegar al total de estudiantes con alguna inclinación por las artes.
Hay muchas carencias materiales y dificultades para adquirir instrumentos musicales o tabloncillos para los ensayos, lo cual motiva también a apelar mucho a innovaciones para llevar a término lo que vemos en los festivales, reconoció López Cruz.
Por su parte, Adalberto Díaz Corbea, metodólogo nacional de Extensión universitaria en la Dirección general de Docencia médica del Ministerio de Salud Pública, refirió que el MAA tiene un valor extraordinario en la formación humanista de los profesionales de todas las ramas del saber, y en particular los de la Salud, porque potencia la sensibilidad humana.
Una de las motivaciones especiales de este festival fue el aniversario 60 de la fundación del MAA, mencionó Díaz Corbea, para quien todo el ciclo estético y ético de las asignaturas que tributan a la apreciación del arte y las actividades extraescolares en el campo de la cultura, contribuyen a elevar la percepción artística de los estudiantes.
Contra la colonización cultural
Ricardo Rodríguez González, vicepresidente de la FEU en el país, señaló que siempre se le brindó gran importancia al movimiento artístico, como al deportivo. «Esta generación de universitarios ha perdido un poco esa tradición, por eso debemos avanzar con nuevas formas de arte, también para hacer más atrayente nuestra Revolución», reflexiona.
El MAA está en el epicentro de la movilización estudiantil universitaria. El reto mayor es seguir enamorando a los jóvenes hacia la épica de la Revolución desde las aristas del propio arte universitario. Encontrar el diálogo con los artistas aficionados desde sus diversas formas creativas de pensar, sentencia.
El arte universitario se ha transformado tanto como las generaciones de jóvenes en nuestras aulas, y eso es lo más bonito que tiene: lo parecido y cercano que es el MAA y sus resultados en la masa universitaria, asevera el líder estudiantil.
Eso lo hace auténtico: no se parece a otras generaciones, no intenta imitar, y eso le aporta un sello a ese movimiento identitario, que en el contexto histórico actual está llamado a enfrentar la colonización cultural del enemigo, apunta Rodríguez González.
La juventud no se caracteriza por esperar que otras generaciones le diga lo que tiene que hacer, y creo que lo fundamental desde los tiempos de la guerrilla de Fidel ha sido siempre conquistar el presente con sus propias formas de hacer. Por eso los universitarios crean sus propios espacios culturales, parecidos a sus gustos y a la identidad que proyectan, y esa es la mayor visión que tiene el MAA, resumió el dirigente de la FEU.
Vivir el festival
Por vez primera, la joven Sandra de las Mercedes Alonso Perdomo, estudiante de 2do. año de la carrera de Marxismo, Leninismo e Historia en la Universidad de Matanzas, participó en un Festival de artistas aficionados, y obtuvo medalla de bronce en la competencia de pintura con su obra Punto de partida.
A Juventud Rebelde contó que el festival le aportó mucho como persona y en el ámbito de las artes visuales: «Mi vocación por la pintura viene desde pequeña. Eso me ha permitido expresar lo que siento, una manera de salir de algunos atolladeros y plasmar mi sentir, alegrías y pesares.
«Agradezco al MAA por brindarnos la posibilidad de contar con instructores que nos guíen para experimentar todas las ramas de las artes visuales, como el grabado, la pintura o la fotografía. Luego nosotros escogemos el camino que nos permita expresar mejor nuestras emociones», indica Alonso Perdomo.
Por su parte, Melissa Ruiz Mendoza, estudiante de primer año en Canto lírico en el Instituto Superior de Arte (ISA), sostuvo que los festivales deben mantenerse como una vía para rescatar el movimiento cultural y pulsar el talento en todas las universidades, no solo en la enseñanza artística.
Muchos jóvenes que estudian otras carreras se presentan en el ISA con el objetivo de abrir camino a sus sueños, pero no siempre es posible. Estos festivales permiten ver a artistas en potencia, adscritos a otros tipos de enseñanza, antes de que se presenten a las pruebas de ingreso del ISA, pondera Ruiz Mendoza.
Además considera que el MAA aporta mucho a la cultura general del país porque rescata tradiciones de la música cubana, por ejemplo, y el propio canto lírico es un ejemplo de ello, porque estaba bastante deprimido, ahonda la joven.
Otra ventaja destaca Celia Mariam Utria Espinosa, de 3er. año en Comunicación Social en la Universidad de Las Tunas: el MAA tributa mucho a la vida estudiantil, más allá de las competencias, porque estos jóvenes se hacen sentir en las noches en las becas, y ayudan a crecer culturalmente a otros educandos.
Rigor y competencia
Yinet Beatriz Guedes Basabe, estudiante de 4to. año de la licenciatura en Turismo en la Universidad de Matanzas y cantante del grupo Esencia cubana, habla de vocación, dedicación y mucho trabajo diario, simultáneo con los estudios, para potenciar esas capacidades de los artistas aficionados y darlos a conocer entre sus coetáneos con presentaciones en la propia universidad.
«El movimiento es como una escuela, donde te formas y aprendes a interactuar con el exigente público universitario, porque no es lo mismo actuar para jóvenes que para personas mayores o niños», cuenta Guedes Basabe, formada en la Escuela Vocacional de Arte de Matanzas.
Kevin Mauricio Domínguez Reyes, ingeniero informático y especialista en la matancera empresa Xetid, agradece la opción que brinda la FEU de participar en los festivales hasta dos años después de graduados.
Según su experiencia, la peor parte en las ramas de la música la llevan los instrumentistas, quienes deben adquirir sus medios por su cuenta porque en las universidades escasean, y los pocos que hay ya se encuentran en mal estado, argumenta.
Orlando Torres Duquezne, profesor e instructor de arte en la universidad matancera, confirma que ha trabajado con muchos estudiantes talentosos como Domínguez Reyes, aún contrabajista del quinteto Esencia cubana. Su búsqueda de esas joyas juveniles es constante, y se siente feliz de prepararlos para el arte y, un poco también, para la vida.
De igual modo, el instructor David Campos Zaldívar, director de la agrupación vocal Renacer, de la Universidad de Holguín, concluye que el MAA es un proyecto genial y no debería perderse nunca, porque no tiene límites en cuanto al aporte que logra en los estudiantes de carreras que no tienen en su perfil profesional la formación artística.
Reconoce que muchos estudiantes se esfuerzan y sacan tiempo de sus estudios para superarse en las manifestaciones que les motivan, y en tributo a ese afán, decenas logran lucirse en este festival nacional. Ese es un buen incentivo, pero hay que ponerse las pilas para llegar porque hay mucho rigor y alto nivel de competencia, sonríe el joven holguinero.
Annaikis Borges Latamble, graduada de Sociopedagogía en Guantánamo, se integró a la danza desde que entró a la universidad, en el grupo Jagüey, y estuvo en Ciego de Ávila con el festival nacional anterior. «Me siento superbien al constatar otras experiencias acá en Matanzas. Ahora cuento con muchas amistades nuevas y aprendí mucho de los cursos y talleres que se impartieron. Además es una oportunidad para conocer otra provincia… otra razón para decir que el movimiento no puede parar, porque atrapa a los estudiantes y les da nuevas vivencias», reconoce la joven guantanamera.
Con una amplia experiencia en este mundo del arte, José Antonio Méndez Valencia, director del Coro de Cámara de Matanzas y presidente del jurado de canto lírico y coral del festival, exaltó la pertinencia del MAA en la captación de talentos en todas las manifestaciones. Agradeció la calidad de los concursantes y su avidez porque les corrijan la técnica para perfeccionarse. «Eso denota interés, y es extremadamente bueno, porque si les gusta tienen que superarse para avanzar en este camino que escogieron».
A su vez, el multipremiado caricaturista, pintor y ceramista Manuel Hernández Valdés, premio nacional de Periodismo José Martí, en su condición de jurado, tuvo palabras de elogio para las obras presentadas en todas las categorías de las artes visuales: pintura, fotografías, instalaciones y grabados.
Fiesta en defensa identidad nacional
La máster Nancy Beatriz Mendoza Santana, directora de Extensión universitaria en la Universidad de Matanzas, estima que el festival es más que una competencia elitista, porque su proceso implica a todos los universitarios desde el nivel de las facultades y centros universitarios.
El evento es una fiesta en defensa de la identidad y la cubanía, pues estos universitarios no están vinculados con las manifestaciones artísticas únicamente dentro del campus, sino que se vinculan con proyectos comunitarios y con sus obras aportan a la vanguardia artística de cada región, lo cual, a su vez, influye en el desarrollo de la personalidad de los jóvenes en formación.
El evento tiene en la base un corte recreativo, además de la competencia para seleccionar a quienes pasarán a otro nivel. Es una fiesta estudiantil, una oportunidad para compartir lo que cada quien, de manera individual, puede entregar a la cultura universitaria, comenta esta profesora matancera, quien apuesta por el MAA, a pesar de sus retos logísticos, porque lo considera una fortaleza de la educación superior cubana.
«Al celebrar su cumpleaños 60, los universitarios de hoy le hicieron un regalo a quienes desde el inicio fomentaron este movimiento, que en sentido general se ha fortalecido para defender el arte y los principios de la Revolución», elogia la directora de Extensión universitaria.
El Doctor en Ciencias Armando Santana Montes de Oca, profesor de la asignatura Patrimonio Cultural en la Universidad de Matanzas, subraya que el aporte del Movimiento no está solo en el ámbito extracurricular y extensionista, sino que aporta al encargo social principal de la universidad, que es la formación integral de profesionales.
El MAA tiene un lugar de centralidad en ello, en tanto permite que los estudiantes se acerquen al arte y la cultura, y tiene la responsabilidad de seguir consolidándose. Las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado marcaron un momento muy fuerte dentro del movimiento en las universidades, recuerda Santana Montes de Oca.
El reto de hoy es que muchos jóvenes estudian y trabajan a la vez, son emprendedores, y para integrarse a este movimiento tienen que dedicarle mucho tiempo, pondera este profesor.
Igualmente, alerta sobre la necesidad de remover las miradas y entender el arte contemporáneo, que aunque beba del universal tiene que ser capaz de mantener una posición anticolonial y de principios ante la creación artística, porque los retos son muchísimos y complejos en el escenario actual, analiza el Doctor en Ciencias.
Como estudioso de la historia del MAA, considera que en los 70 fue muy impetuoso y ahora es más reposado, pero eso no quiere decir que esté pasivo, sino que ya está asentado en el imaginario de las universidades.
Laura Lugones Peña, estudiante de 4to. año en la licenciatura de Lenguas Extranjeras y secretaria de Cultura de la FEU en la Universidad de Sancti Spíritus, agradeció la labor de los jóvenes de la Universidad de las Artes, que han acompañado a los profesionales en las decisiones de los jurados como vocales, y apoyaron en la realización del festival.
Destacó el vínculo con la comunidad, que fue de gran impacto emocional para los estudiantes, pues visitaron el hogar de niños sin amparo familiar de la ciudad y una casa de abuelos, y en los consejos populares de Peñas Altas y Carbonera intercambiaron con los pobladores.
Como afirmó a este diario López Cruz, una universidad sin artistas aficionados es como si no existiera, porque el alma de la universidad está en la cultura, como en la nación.
En realidad, en la educación superior hay tres procesos claves, explicó: el primero de ellos es la formación de ese especialista que vamos a entregar a la sociedad; el segundo es hacer ciencia y poner la innovación al servicio de la solución de problemas sociales, y luego está la extensión universitaria, que también aporta a la sociedad, pero de una manera más flexible, porque lo hace desde la cultura.
El MAA son individuos que pertenecen a una comunidad. De ese movimiento han salido grandes figuras de la cultura cubana, puntualiza la funcionaria. «En resumen, una universidad sin movimiento cultural y sin festivales, no sería universidad». (Por: Hugo García)