Uno de los años más importantes en la vida del Comandante fue, sin dudas, 1959. El triunfo revolucionario imponía asumir nuevas responsabilidades, enfrentar obstáculos y desafíos. Uno de los primeros, y más significativos, fue desmantelar el plan golpista del general Eulogio Cantillo en Columbia, que se daría a conocer públicamente en el memorable discurso de Fidel en el Parque Céspedes en Santiago de Cuba el 1ro. de enero.
A los pocos días del naciente gobierno provisional, Fidel tuvo que llevar adelante los juicios sumarísimos a los criminales de guerra, a los torturadores y asesinos de la dictadura de Fulgencio Batista, una difícil tarea por las implicaciones que tuvo para la opinión pública mundial. No fueron pocos los que atacaron y tergiversaron aquel suceso, pero era necesario aplicar la justicia revolucionaria y que el pueblo pudiera llorar en paz a sus mártires; lo cual se demostró, cuando en su discurso del 21 de enero en el Palacio Presidencial, ante una inmensa multitud, Fidel le preguntó al pueblo quiénes estaban de acuerdo con que los esbirros fueran fusilados y levantaron la mano con unanimidad.