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Hogar de niños sin amparo familiar de Matanzas: Refugio de sueños futuros
20 mayo, 2020 Lianet Fundora Armas    0 comentarios covid-19, Cuba, Hogar de Niños sin Amparo Familiar, Matanzas, niños y niñas, protección

Los trabajadores del hogar velan por el bienestar de los niños y adolescentes para que se sientan seguros y amados.
La casa parece ahora más grande. Si antes permanecía solitaria en algunos horarios, ya no hay tiempo para el silencio. El comedor se ha convertido en una escuela, el patio en el refugio de los juegos y Papá Felipe se divide entre doce hijos para que a ninguno le falte la esperanza, hoy que un virus obliga a cerrar las puertas al mundo exterior.

Seis hembras y seis varones de diferentes edades (desde los seis hasta los 17 años) comparten el mismo espacio y acuden al mismo padre que debe volverse confesor, amigo, regaño tierno que no deje heridas, faro…

Por supuesto, Felipe Santiago Hernández Sánchez no está solo. En el Hogar de niños sin amparo familiar de Matanzas, muchas manos velan por la felicidad de esta familia unida no por lazos sanguíneos, sino por el vínculo perfecto del amor.

“La convivencia es un desafío a partir de los intereses personales y características propias, pues se trata de menores que atraviesan diversas etapas. En estos instantes, el consejo de dirección centra sus esfuerzos además en el cumplimiento de las medidas higiénico sanitarias, el uso del nasobuco, el mantenimiento de la debida distancia, entre otras regulaciones que garantizan su bienestar.

 “Hoy contamos con una auxiliar general de servicios, un asistente para el trabajo educativo y una enfermera en cada turno, quienes se ocupan de mantener el control sanitario y la alimentación. Las asistentes le dan un seguimiento a los niños según el plan de clases televisadas y las actividades recreativas y culturales se realizan de acuerdo al proyecto elaborado para los periodos vacacionales: juegos didácticos, competencias de habilidades, baloncesto…”, argumenta Hernández Sánchez, director que este año cumplirá tres décadas de labor frente al hogar.

Resalta también el apoyo de personas e instituciones en este periodo, donde sobresalen las contribuciones de la Cooperativa de Créditos y Servicios La Plata, las de familias solidarias; sin olvidar el aporte de quienes se han convertido en amigos de la institución como Marcel Villegas, Rolando Pérez, José Antonio Fernández, Jorge Luis Sánchez, Luis Rigau, a quienes Felipe expresa su eterno agradecimiento.

               DONDE EL AMOR NUNCA FALTA

A sus nueve años Yosnai Rodríguez Rodríguez explica paso a paso cómo han tenido que transformar sus costumbres ante la presencia de la Covid-19. “Nos cubrimos con el nasobuco, cuando “las tías” entran se lavan las manos con hipoclorito y no salimos ni dejamos entrar personal ajeno”, argumenta sin dejar de mencionar la importancia de lavarse las manos frecuentemente.


Ante la Covid-19 se cumplen todas las medidas higiénico sanitarias; las asistentes le dan un seguimiento a los niños según el plan de clases televisadas y las actividades recreativas y culturales se realizan de acuerdo al proyecto elaborado para los periodos vacacionales.
En la historia de este hogar no faltan testimonios que hablan sobre los tesoros de la infancia, la adolescencia, de la satisfacción que trae al alma ser cómplices del crecimiento físico y espiritual.

Así lo corrobora Orialis Cárdenas Freyre, profesora del departamento de Historia y Marxismo-Leninismo de la Universidad de Matanzas, quien hace aproximadamente tres años visitó por primera vez la institución para celebrar junto a otros compañeros el día de la infancia y desde entonces sintió el impulso de ser partícipe en la formación de los pequeños.

“Me conmovió el afecto que se respira en ese sitio y así fue como poco a poco me fui vinculando a ellos. Por estos días donde todo se complejiza, contribuyo en disímiles tareas: la cocina, la higienización de la casa, el lavado de la ropa y la desinfección de los nasobucos, la gestión de alimentos y aseo.

“Sin embargo, más allá de estos quehaceres lo más significativo ha sido acompañarlos, fomentar en cada uno comportamientos, hábitos que deben desarrollar desde el hogar. Es hermoso constatar la importancia de que estos niños encuentren cariño y aprendan a expresarlo. Cuando demoro en regresar de inmediato me llaman a casa, me timbran al móvil y es un regocijo saber que me extrañan y me necesitan”.

En el Hogar de niños sin amparo familiar de Matanzas, las puertas permanecen cerradas. No obstante, pueden escucharse las risas detrás de los nasobucos, el bullicio que llega desde el patio donde los trabajadores comparten las travesuras, donde no faltan las meriendas ni las celebraciones de cumpleaños, porque más allá de la preocupación latente debido al nuevo coronavirus, se respira esa alegría, esa seguridad necesaria para que crezcan felices los sueños del futuro.


“Papá Felipe” y todo el colectivo procura que no falten las sonrisas, los espacios para compartir y la disciplina para que estas generaciones crezcan como hombres y mujeres de bien.

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