Cuando José White (1836-1918) regresó a Cuba antes de finalizar la primera guerra de independencia en el siglo XIX, dio conciertos en el Teatro Tacón a los cuales las mujeres asistían vestidas de blanco con cintas rojas y azules, y se gritaba ¡Viva Cuba Libre!, resalta María Victoria Oliver, consagrada estudiosa de la vida y obra del virtuoso músico natural de Matanzas, quien falleció en París mientras transcurría marzo hace 105 años.
Asegura la doctora en Ciencias Pedagógicas que todo lo que se recaudaba en aquellas presentaciones iba a las filas de los mambises, a sufragar la guerra, lo que no gustó al Capitán General colonialista por cuanto expulsaron al artista de la Isla.
En México se encontró con el joven José Martí, quien escribió tres materiales bellos donde habla de cómo suena el violín de White y cómo le recuerda a Cuba, luego fue a Nueva York, después a Brasil y cuando cesa la monarquía allí retornó a Francia, nunca más regresó a la antilla Mayor pero sus puntos de contacto con ella siempre fueron muy fuertes, asevera la prestigiosa investigadora.
José White representó y representa la cultura matancera de todo el período del siglo XIX, la consolidación de la nación desde un autor muy nuestro; quizás sea desconocido que en una primera etapa en Matanzas son fueron dos fuentes fundamentales las que nutrieron su formación: la música popular y la religiosa, explicó.
El hecho de vivir frente a la Catedral de Matanzas durante muchos años, en un inmueble que existió donde se ubica hoy la dirección provincial de Etecsa, lo hacía muy asiduo a las misas desde pequeño y lo inspiró a escribir obras incluso de 16 voces para los oficios, independientemente de eso tenía ya a los 18 años una orquesta típica que amenizaba bailes de salón, comenta la profesora.
Es bueno que se sepa que viene de una familia de músicos; fue reconocido por su padre a los 16, sufrió el hecho de ser hijo de una exesclava negra y un hombre blanco; es un romántico pero tiene también elementos de una corriente nacionalista que está en él, que proviene desde su propia música popular y que se concreta en La Bella Cubana, casi nuestro segundo himno nacional, lo más representativo de Cuba dentro de la música de concierto, destacó.
María Victoria se refiere al virtuoso intérprete con admiración, naturalidad y certeza, tanta sapiencia sobre el artista está bien respaldada, lo demuestra la publicación por Ediciones Vigía en el año 2005 de un amplio estudio realizado junto a Iraida Trujillo, también reconocida profesora e investigadora, joya literaria que merece reedición.
A 105 años del deceso del ilustre compositor y violinista, insistir en evocarlo es preciso, escuchar su música, acercarse a las letras de Martí en la Revista Universal donde reconoció en su genio toda la poesía de Cuba: “Cuanto quepa de alabanza, White, lo merece. Cuanto de arte quepa, White lo tiene.”
(Tomado de ACN)