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La violencia intrafamiliar: un nuevo desafío para las familias en tiempos de Covid-19...

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Foto YALENIS

MSc. Yalenis Velazco Fajardo

Capítulo de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud

Matanzas

La violencia intrafamiliar constituye todo acto, amenaza, u omisión que ocasione daño o perjuicio a un individuo, con consecuencias negativas para su desarrollo y bienestar físico, psicológico y/o social, y cuyos actores fundamentales comparten vínculos afectivos. El escenario, con frecuencia, es el contexto del hogar. El estudio de la violencia en el ámbito familiar resulta complejo, pues son muchos los factores que inciden en su mantenimiento y reproducción y son particulares las dinámicas e interacciones que se dan entre sus miembros. Queremos hoy visibilizar una problemática presente en la sociedad cubana que, ante determinadas situaciones, como el aislamiento social que hoy constituye una respuesta necesaria ante la pandemia por el nuevo coronavirus, puede verse incrementada en los hogares cubanos.

Las conductas violentas en las familias responden a creencias, patrones, estilos de ser y hacer que están incorporados por la colectividad, que de algún modo son aceptados, tolerados, comprendidos y hasta justificados por el resto. Las formas de expresión de la violencia no siempre son perceptibles, como en el caso de la agresión física, sino que en muchas ocasiones predominan otras manifestaciones como los gritos, las amenazas, la desvalorización, la descalificación, la indiferencia y las ofensas, por mencionar algunas de las más frecuentes. El vínculo afectivo que comparten los integrantes de una familia constituye otro elemento que complejiza la detección y afrontamiento de este fenómeno, pues existen complicidades, identificaciones, sentido de pertenencia y el reconocimiento de que estos conflictos son privados. 

En los contextos actuales, disímiles son los factores que potencian el incremento de las conductas violentas en las familias: la permanencia en el hogar de la mayoría de los integrantes del grupo familiar, quienes, en no pocas ocasiones, son de hasta tres generaciones y más, lo que conlleva a la existencia de intereses, necesidades y motivaciones también disímiles; la angustia, la ansiedad, la incertidumbre, el temor, el sufrimiento que invade ante la nueva realidad para la cual aún no se avizora un final; las carencias y dificultades materiales, la reubicación laboral, o el cambio de esta condición, el miedo al contagio, a la pérdida de la vida propia o de algún allegado, la avalancha de información - con frecuencia no veraz-,  la visión catastrófica que se refuerza sobre el futuro, la preocupación por seres queridos que viven o están lejos conviviendo en realidades aún más complejas, la disminución de relaciones sociales y la frustración, entre muchos otros. Todo lo anterior, constituyen elementos que propician la aparición y exacerbación de la violencia intrafamiliar.

La violencia intrafamiliar afecta en mayor o menor medida e intensidad a todos los integrantes de las familias. No obstante, existen figuras que, por su alto nivel de dependencia física, emocional o económica son más vulnerables a ser víctimas de esta; tal es el caso de los niños, adolescentes y ancianos.

A continuación, se ofrece un conjunto de orientaciones que pueden favorecer la convivencia familiar sin violencia en tiempos de Covid-19:

  • Planifique actividades variadas e involucre activamente a todos.
  • Reconozca las fortalezas y debilidades que poseen como grupo y de manera individual, y empléelas de modo constructivo.
  • Fomente la comunicación, hable claramente de su percepción de la situación, recuerde que no tiene por qué coincidir con otros modos de ver e interpretar la realidad actual. Acepte que todos los criterios son válidos y no juzgue o critique los miedos o preocupaciones de otros.
  • Acepte sus cambios anímicos, posponga conversaciones tensas o que puedan implicar contradicciones si no se siente con disposición para escuchar, ceder, negociar o llegar a acuerdos.
  • Sea selectivo en cuanto a la fuente de información que utiliza, evite la sobreinformación, pues esto puede potenciar más la angustia y temor.
  • Establezca un espacio para la interacción social de la familia, para usted, para la pareja, para los niños, para los adultos mayores. No olvide que todos tienen sus propias carencias, particularidades, gustos y preferencias.
  • Evite consumir sustancias adictivas como mecanismo para evadir las circunstancias actuales. El consumo de alcohol no solo tiene efectos nocivos para la salud, sino que genera conflictos interpersonales que potencian los episodios violentos.
  • Si existen menores en casa, diseñe actividades que favorezcan su crecimiento personal. Converse con sus hijos sobre cómo resolver conflictos sin recurrir a la violencia. Recuerde que los comportamientos violentos son aprendidos, por lo que se puede aprender a no ejercitar la violencia. En caso de existir ya estas conductas, no olvide que siempre se puede reaprender. Propicie que sus hijos expresen sus conflictos sin temor a ser cuestionados, recree diferentes modos de respuesta ante situaciones de la vida cotidiana.
  • Opte por no formar parte. Recuerde que para que se produzca una situación violenta se requiere de más de una persona. ¿Qué tal si elige no estar?
  • De ser necesario, recurra a las fuentes y vías existentes y solicite ayuda especializada.

La convivencia familiar constructiva, sustentada en el respeto a las diferencias, es fuente de crecimiento y fortaleza. Apostar por la no violencia intrafamiliar es fundamental. No olvide que nada es permanente y esta situación tampoco lo será, pero cuando todo pase, que pasará, mejor no haber dejado huellas negativas en los seres que más amamos. Marque la diferencia, comience hoy, comience usted. Convivir en familias sin violencia no solo es posible, sino necesario.

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