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Los rostros descubiertos de la violencia

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Los rostros descubiertos de la violencia

En Cuba las mujeres afrontan una doble batalla: contra el modelo patriarcal y la violencia. Ilustración: Dyan Barceló.

“Yo había terminado mi relación de pareja hacía nueve meses. El 4 de junio de 2022, alrededor de las cinco y media de la mañana, llegó a mi casa muy borracho. Cuando le abrí me di cuenta de su estado, pero ya no hubo tiempo para nada. Me abofeteó tres veces. Mis espejuelos los lanzó junto con una lámpara recargable que tenía en la mano a una distancia casi incalculable.

“No sé de dónde saqué la fuerza y logré quitármelo de encima. De un empujón cayó sentado en el sillón y pude salir de mi casa. Por suerte, no estaba cerrada la puerta ni la reja, porque cuando forcejeamos me dijo que había venido a matarme. Salí corriendo solo con un pulóver, sin ajustadores, en un shorcito muy corto y sin espejuelos, soy miope. Me paré en la parte de abajo de donde vivo, un consultorio, porque soy médico. 

“Un vecino que estaba sentado afuera me cogió por el brazo, y me dijo: ‘Nadie la va a matar’. Gracias a él creo que sigo viva. Me escondió en su casa. El otro, cuando no me halló, subió a mi casa y rompió todo lo que quiso, gritó, y como yo no salía me quemó la ropa. Los vecinos vieron humo y un botellón de gas cerca, y llamaron a los bomberos. 

“Vinieron las autoridades de la provincia, del municipio, la Federación de Mujeres Cubanas. Sentí la vergüenza más grande del mundo cuando salí y me encontré aquella cuadra llena de gente. 

“Fue muy duro, porque además de médico soy profesora, y cuando llegué al hospital para que me hicieran el certificado de lesiones estaban ahí mis estudiantes.

“No solo los golpes laceran. El pensar que una persona con la cual tuve una relación durante ocho años fuera capaz de hacerme una cosa como esa marcó mi vida, y me la cambió”. 

Los rostros descubiertos de la violencia
Hoy son más habituales las amenazas, las lesiones; incluso, suceden con mayor frecuencia de la que se conoce por los órganos policiales y judiciales.

DE DOLORES Y VERGÜENZAS 

Testimonios como el de la doctora, que prefirió el anonimato, son muy difíciles de hallar, no porque estén ausentes en la sociedad matancera, sino por la vergüenza y el dolor que la mayoría de las veces provoca en las víctimas el temor a desnudar su vida frente a desconocidos.

Para nadie es un secreto que en el último año los casos de violencia contra la mujer se han incrementado o, al menos, se han visibilizado más, gracias a redes de apoyo a las mujeres víctimas de violencia y a muchas que han decidido romper el silencio y denunciar. 

Una simple ojeada a las redes sociales atestigua lo que ya ha corrido de boca en boca por la calle. Publicaciones que provocan escalofríos de solo mirarlas: denuncias de familiares y amigos de mujeres desaparecidas y luego encontradas sin vida, otra asesinada y descuartizada, o una más golpeada y empujada por el balcón. 

En Cuba las mujeres afrontan una doble batalla: contra el modelo patriarcal y en la desproporcionada lucha contra la violencia, no solo la física, sino también aquella que, solapada tras amenazas, chantajes y presiones económicas o sociales, deja mella en quien la padece. 

Según Violencia contra las mujeres cubanas: Una espiral que no cesa, texto de la periodista Maribel Acosta publicado en Cubadebate en junio de 2022, en el actual contexto las mujeres representan el 50,35 % de la población de la Isla y el 44 % de los jefes de hogar en el país; y en materia de derechos han alcanzado tres autonomías básicas para el desarrollo de cualquier ser humano: la física, la económica y la autonomía en la toma de decisiones.

Sin embargo, aun cuando son innegables las conquistas en materia de derechos de la mujer cubana y las políticas públicas se encaminan a empoderarlas y erradicar cualquier tipo de desigualdad y violencia, en la actualidad existen concepciones patriarcales arraigadas que generan situaciones de discriminación y maltrato que son naturalizadas e invisibilizadas.

Por supuesto, estas generan mayor repulsa popular cuando culminan con lesiones graves e, incluso, la muerte.  

Matanzas no está ajena a ese fenómeno que va en ascenso en los últimos años. Según un informe preliminar estadístico del Servicio Provincial de Medicina Legal, en el 2020 se recibieron en dicho servicio tres cadáveres femeninos con etiología medicolegal homicida, y cuyas causas básicas de muerte fueron la estrangulación, quemaduras por llamas y agresión con objeto contundente.

Mientras que en 2021 la cifra se incrementó en un caso, en 2022 fueron siete las mujeres víctimas en la provincia, con edades que oscilaron entre 22 y 56 años. En estos casos prevaleció la agresión con arma blanca.

Solamente de enero a junio de 2023, el número igualó lo registrado en 2022. Las edades estuvieron entre 20 y 57 años y el 98 % de las causas básicas se asociaron a la agresión con arma blanca; a su vez, el 2 % restante fue por agresión con objeto contundente y precipitación.

DESDE LA LEGALIDAD 

Si bien durante muchos años el Derecho no impidió la naturalización de la violencia, ya sea por estereotipos de género o falta de preparación y sensibilización de sus profesionales, hoy las nuevas legislaciones del país, entre ellas el Código de las Familias y el Código Penal, intentan saldar esa deuda. 

Documentos rectores como el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres contribuyen al enfrentamiento de este fenómeno.

María Elena Govín, fiscal provincial del Departamento de Procesos Penales de la Fiscalía Provincial de Matanzas, comenta sobre algunos de los pasos que se han dado en este sentido y en torno a la normativa actual. Menciona como documentos rectores el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres aprobado por Decreto Presidencial No. 198 del 8 de marzo de 2021; así como la Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar.  

Alerta que también desde la legislación cubana se aboga por un tratamiento integral a los delitos en los que la mujer puede ser víctima por su condición. “En el Código Penal no hay un artículo ni un tipo penal que defina el ejercicio de violencia contra la mujer, pues esta puede dar lugar a un asesinato, a un delito de lesiones, a que se excluya a la mujer en las relaciones laborales con diferencias en cuanto a los hombres. Por tanto, los legisladores en aquellos tipos penales en que pudiera verse involucrado un tema contra la mujer, situaron como agravante el caso de que sea un hecho resultante de violencia de género”.

Yulelkis Hernández Bernal, fiscal provincial en ese propio Departamento y con vasta experiencia en el tratamiento de estos temas, comenta que la violencia contra la mujer siempre ha estado presente en muchos de los asuntos que tramitan; sin embargo, en la actualidad se mira con un enfoque de género y se visibiliza más. 

“No podemos hablar de un incremento desmedido, al menos en Matanzas, aunque sí en el Departamento hemos tratado más casos que en períodos anteriores en los que han muerto mujeres y los victimarios han sido su cónyuge o pareja de hecho afectiva, y el móvil han sido los celos, haber terminado la relación o por venganza. 

“Es un patrón machista, posesivo, y se repite. Pero también son más habituales las amenazas, las lesiones, incluso, suceden con más frecuencia de la que se conocen por los órganos policiales y judiciales, pues muchas mujeres son víctimas de violencia y no lo denuncian ni buscan ayuda. A veces lo comentan con familiares y amigos que, por lo general, intentan proteger al agresor y lo justifican”. 

Reconoce la especialista que, en la política penal, con todas las variaciones que ha tenido la ley al darle un enfoque de género a estos delitos, las sanciones son más severas. Una vez que estos hechos se verifican, casi siempre las personas terminan en prisión provisional, una medida excepcional para evitar la repetición de estos patrones. 

“En aquellos casos de delitos graves, donde se involucran personas que han tenido antecedentes de violencia contra la mujer, o tienen hechos de asesinato y están cumpliendo aún bajo libertad condicional y cometen un nuevo homicidio, se valora la posibilidad de pedir sanciones privativas de libertad perpetua, que son aprobadas por la Fiscalía General. 

“Hoy es una política del Estado intentar que no exista un incentivo en este tipo de conductas y darles un tratamiento severo, de firmeza, aunque lo ideal sería prevenirlas”. 


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ELLAS NO ESTÁN SOLAS

La Consejería de la Violencia es uno de los espacios existentes en la provincia para ayudar a las mujeres víctimas del flagelo, sito en la sede provincial de la Federación de Mujeres Cubanas. 

Muchas mujeres vienen buscando anonimato, porque son profesionales, y tienen temores a represalias —refiere Niurka La Osa Roldán, funcionaria de Atención a la Población—. Todos los viernes, a partir de las nueve de la mañana, brindamos orientación. Para ello nos apoyamos en un equipo integral. La Fiscalía dice hasta dónde te ampara el Código de Las Familias y qué ley te protege. La PNR refiere qué decreto se puede aplicar, y actúa cuando hay temor o posible acoso. Forman parte también de la Consejería una psicóloga, una trabajadora social y la Federación”.

Aunque el espacio solo tiene tres años de creado, no es más que la continuación del accionar sostenido por la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia, proyecto de Vilma Espín con más de tres décadas de existencia. 

“Hemos atendido todo tipo de casos, incluso secuestro. En una ocasión sacamos a una muchacha embarazada de una casa donde la tenían secuestrada. La madre fue quien vino a pedir ayuda. Enfrentamos lo que sea necesario con tal de defender a la mujer, y más aún cuando hay niños por el medio”, asegura Niurka, al tiempo que recomienda que “siempre que la persona efectúe denuncia no la retire. Cuando haces un censo, en muchos casos con finales no felices, hubo denuncias previas que fueron retiradas”.

Pero la Federación no es el único espacio con puertas abiertas para las víctimas de violencia. En la Oficina del Conservador de la Ciudad, el proyecto SoLuna atiende a cualquier persona necesitada de sus servicios de consejería, incluidos, hombres. “El equipo de trabajo está compuesto por psicólogos, psicopedagogos, una psiquiatra, una trabajadora social; y colaboran periodistas, una licenciada en gestión sociocultural y estudiantes”, refiere la licenciada en Psicología, Ismary Lara Espino, una de las especialistas que lo integran.

“El servicio consta de un encuentro semanal, que puede durar de tres a cinco meses, no más, porque es consejería y lo que se hace es orientar y en los primeros encuentros estabilizar, dar confianza. Muchas de esas mujeres tienen, por supuesto, que acudir a la Policía o la Fiscalía. Una vez que se estabiliza, se trabaja en su autoestima, en fortalecer sus competencias para poder enfrentar la vida”, enfatiza la especialista, quien asegura que muchas de las mujeres que buscan ayuda llevan entre cinco y siete años como promedio de sostenimiento de actos de violencia. 

“No estamos hablando solo de violencia física, que es la que todo el mundo visibiliza y detecta. También de violencia psicológica, emocional, que tiene que ver con las humillaciones, con las desacreditaciones, con las subvaloraciones. 

“En el ciclo de la violencia esto va cambiando, aumenta e incorpora otro tipo de manifestaciones. En ese caso están, por ejemplo, el control económico, les dejan sin dinero o muchas veces no trabajan y dependen entonces de su pareja. El hecho de que ellas empiecen a visibilizar y reconocer esos tipos de violencia es parte de ese proceso de consejería. Los casos que lo necesitan, porque tienen unos grados de ansiedad o de depresión muy altos, los valora la psiquiatra. 

“La función de la consejería no es una consulta clínica de psicología. Es una consulta de apoyo, de orientación. No hacemos nada con el servicio, si no desarrollamos acciones preventivas, por lo que nuestra labor va desde el trabajo en las comunidades hasta en las escuelas primarias”.

De ahí que el apoyo a las víctimas de violencia para su recuperación física y mental sea vital. Así lo considera una de las protagonistas de este reportaje: 

“Hoy soy una mujer diferente, que ha crecido tanto en lo personal como en lo profesional. Proyectos como SoLuna nos ayudan a estar más fortalecidas y tener la capacidad de poder enfrentar problemas en la vida. Para ser violentada no importa profesión o nivel cultural. La persona que me violentó a mí es médico como yo.

“La violencia no solo es un golpe. Las mujeres a veces somos violentadas por los compañeros de trabajo, por nuestro jefe, por indolentes que casi que te ven como culpable de que te hubieran maltratado”. 

AL FINAL DEL CAMINO

El primer paso para cerrar el ciclo de los maltratos es reconocer que no solo un golpe encierra violencia: lo son también las manifestaciones de acoso, chantaje, subvaloraciones, extorsiones y dependencia económica. 

Denunciar estos hechos a tiempo y acudir a los mecanismos institucionales establecidos y redes de apoyo es vital para detener una escalada de agresiones que puede terminar, incluso, en la muerte. Despojarnos de prejuicios y falsas concepciones preestablecidas como consecuencia de décadas de machismo y patriarcado ha de ser la clave para buscar ayuda. (Por Ana Cristina Rodríguez Pérez y Jessica Acevedo Alfonso)

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