El horizonte de altas montañas del norte de Imías comienza a adornarse de nubes que anuncian lluvia. Bajo el sol del poblado cabecera, varias personas se reúnen en el campo del estadio municipal y, de cuando en cuando, algunos miran al cielo en dirección oeste.
Varios niños se sientan en las gradas y en sus caras se dibuja la inquietud, como si esperaran un espectáculo.
De pronto, una mancha en el cielo comienza a crecer. Los que miraban al oeste se alejan hasta los muros, como si tuvieran miedo a algo. Lo niños ponen cara de cumpleaños. Contraste de emociones que destierra la indiferencia.
La mancha se acerca y va mostrando sus contornos. El ruido lo delata: es un helicóptero. Su color verde intenso le hace resaltar en el paisaje. Sigue creciendo y vuela ya muy cerca de tierra. Llega y con delicadeza baja y se posa sobre el terreno.
El aire intenso que provocan sus hélices revuelve todo a su alrededor. Los que esperaban se protegen el rostro con sus manos, para evitar que el polvo u otra cosa le entre en los ojos. Los niños no se mueven de su lugar, algunos hasta se levantan y aplauden.
El ruido va bajando en la misma medida en que la quietud irrumpe. Se abren las puertas y se bajan los viajantes, autoridades del Consejo de Defensa Provincial y la prensa televisiva.
El movimiento aumenta ahora sobre el terreno. Comienzan a descargar desde el helicóptero cajas de alimentos y pomos de agua, dirigidos a la población local, aislada en ese momento de la cabecera provincial por vía terrestre.
Uno de los que supervisa resalta por su atuendo verde de pieza entera que lo descubre como integrante de la tripulación; es el coronel Miguel Savón Favier.
Miguel es uno de los pilotos de la Fuera Aérea del centro del país, acostumbrados a operar en situaciones de contingencia como los eventos meteorológicos, que por estos días asisten desde el aire las operaciones en los municipios guantanameros afectados por el huracán Oscar.
En medio del ajetreo sobre el terreno imiense donde reposaba en ese momento el helicóptero que opera, aceptó a intercambiar con la prensa.
“La Fuerza Aérea siempre ha estado presente, con ímpetu, tratando de ayudar a la población e instituciones en diferentes situaciones recientes como las acciones alrededor del incendio en la base de supertanqueros de Matanzas y otros ciclones que pasaron por Pinar de Río y ahora nuevamente aquí en Guantánamo.
“Estamos participando desde el mismo lunes 21 de octubre, con dos técnicas, primeramente en la evacuación de pobladores afectados de Imías y de San Antonio del Sur”, cuenta el coronel, que señala que un piloto requiere de mucha disciplina y con eso obtiene el respeto y la experiencia.
Según él, ayudar en estos momentos a los cuatro municipios afectados por Oscar es un orgullo grande para todo compañero que ame lo que hace.
“Sabemos que cada persona escoge una profesión por el gusto y amor que le tiene, y en esta que nosotros escogimos hace mucho tiempo hemos tratado de lograr todos juntos un resultado positivo, porque la profesionalidad con que actuamos repercute en la población y en el cumplimiento de todas las misiones que realizamos.
“Siempre marca un momento especial cuando volamos. Hacemos las exploraciones para registrar desde el aire las consecuencias del evento como tal. En esos días, vimos las casas bajo el agua y el desastre en relación con las pertenencias que perdieron los pobladores, que son artículos primordiales para la vida y que los perdieron en un abrir y cerrar de ojos.
“Son cosas que duelen. La Revolución nunca ha dejado a nadie desamparado, aunque cuesta trabajo resolver tantos problemas, más con la situación que estamos viviendo, donde la crisis es inmensa. Dará trabajo llegar con todo a todos, pero estoy convencido de que siempre se hará”.
Savón Favier y sus compañeros también han contribuido al traslado de alimentos, sobre todo hacia Imías, que estuvo incomunicado por vía terrestre desde Guantánamo hasta este 26 de octubre, y de pacientes que han necesitado atención en los hospitales de Baracoa o Guantánamo.
“Siempre el apoyo de la familia es primordial. Nos comunicamos todos los días con hijos, familiares y compañeros que se quedaron en la ubicación permanente y siempre nos están dando aliento para el cumplimiento de las misiones”, agregó el coronel, listo para seguir ayudando en Guantánamo mientras sea necesario.
La orden de partida apura el fin de la conversación. Se despide el piloto e inicia sus maniobras. Los pasajeros y tripulantes ocupan sus puestos. El motor primero y las hélices después, anuncian el cercano despegue.
La gente se aleja y los niños vuelven a emocionarse desde las gradas. La corriente de aire se vuelve violenta y todos tratamos nuevamente de proteger la vista. El aparato toma altura y se aleja rumbo a nuevas misiones.
(Tomado de Venceremos)