
Matanzas, símbolo de cultura y belleza, está hoy atrapada en un mar de basura. No es solo una cuestión de estética, es una epidemia silenciosa y fétida que pone a la Atenas de Cuba en estado de alarma.

Este escenario no es accidental. Más allá de limitaciones de recursos, este mal es resultado también de la inconsciencia popular y de la ineficiente organización de los factores responsables, lo que ha permitido perpetuar una situación que afecta tanto a la población como al medio ambiente.

Recuperar la limpieza en toda la ciudad requiere tanto de voluntad como de compromiso social. En un contexto donde enfermedades como el dengue, la hepatitis, la leptospirosis, y otros males transmisibles siguen presentes, la basura acumulada se convierte en caldo de cultivo para vectores como mosquitos y roedores.

Cada día que pasa sin un alivio o solución, la población yumurina se hace más vulnerable, especialmente los más pequeños y los ancianos.





