En la Catedral de la ciudad de Matanzas el pueblo matancero y los fieles de la Iglesia Católica participaron de las exequias de Monseñor Manuel Hilario de Céspedes García-Menocal, Obispo Emérito de Matanzas quien falleció este 26 de marzo a los 81 años de edad.

«Monseñor Manolo» fue el menor de cinco hijos y el último descendiente de Carlos Manuel de Céspedes, el padre de la Patria.
Natural de La Víbora, agradeció siempre su formación a los Hermanos Maristas, donde cursó todos sus estudios hasta alcanzar el bachillerato en 1961, año en que sale de Cuba junto a su madre.
En Puerto Rico se graduó de ingeniero eléctrico en 1966 y en esa misma fecha viajó a Caracas donde ingresó en el seminario de vocaciones adultas de San José, en El Hatillo, estado de Miranda. El 21 de mayo de 1972 fue ordenado sacerdote y el 16 de octubre siguiente se graduó de bachiller en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana.

En 1984 regresó a su país y en la diócesis de Pinar del Río trabajó como párroco en Minas de Matahambre, en La Caridad y en San Francisco de Asís. Fue canciller y vicario general, asesor del Centro de formación cívico religiosa, de las comisiones de pastoral juvenil y de cultura, y miembro del consejo de redacción de la revista Vitral.
En el 2005 fue consagrado obispo en la catedral de San Rosendo de Pinar del Río y tomó posesión de la diócesis de Matanzas.
Su huella ha quedado grabada en toda la geografía matancera que recorrió siempre para acompañar incluso a las comunidades más distantes y alentar su vida de fe.
Es imposible olvidar los instantes vividos a su lado, entre ellos el paso de la imagen de la Virgen de la Caridad por esta provincia.
Siempre destacó la importancia de la fidelidad a Dios y de contar con laicos bien formados, de corazón generoso para servir a la Iglesia.