Por. Grupo de Comunicación Social del Gobierno Provincial del Poder Popular en Matanzas
Transcurrían los primeros días del mes de abril de 1961, la incipiente Revolución Cubana se debatía entre la vida y la muerte en medio de constantes arremetidas de un Imperio norteño negado a perder a su principal joya del Caribe Insasular: Cuba.
Y por tal motivo movilizaba todo su poder económico, armamentista, además en su poder mediático y sartas de mentiras para rescatar y volver a someter a su ya perdida isla, ubicada en lo que consideran su patio trasero y, como tal, formaba parte de su política de América para los americanos. Pura Doctrina Monroe.
Era inminente el zarpazo que creyeron mortal para los revolucionarios de la Mayor de las Antillas, la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos, en las localidades de Playa Larga y Playa Girón, en la sureña Ciénaga de Zapata.
Lugar este último inhóspito, abandonado por gobiernos anteriores. Carente aún de desarrollo, toda la atención humana necesaria, servicios fundamentales, sobre todo adecuada alimentación, educación, salud, vivienda, etc, y debido a ello los principales asesores de Estados Unidos, liderados por la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono, consideraron que constituía el lugar más acertado para su invasora guerra sucia, pero, una vez más, se equivocaban
HIcieron creer a sus pátridas y pagados mercenarios que el pueblo cubano sería su aliado, y que en horas tomarían el poder, incluida la creación inmediata de una cabeza de playa, y la instalación de un gobierno formado por personajes enemigos acérrimos de las Revolución, al frente del cual fungiría el archiconocido de procedencia cfubana, pero pro-norteamericano, José Miró Cardona.
Desde el mismo Primero de Enero de 1959, Día de la Victoria y la liberación definitiva de Cuba por un ejército que, como diría el Comandante Camilo Cienfuegos Gorriarán, era el pueblo uniformado, comenzaron a fraguar la forma de aplastar al popular gobierno de Fidel, el genial estadista, el hombre que jamás se pondría de rodilla ante ellos.
Primero el viejo General Ike ( D. Eisehower) y luego su sucesor, John Figerald Kennedy, ambos presidentes de Estados Unidos antes de la década del 60 y en los primeros años de la misma, en el siglo precedente -el último de ellos asesinado por elementos de la CIA norteamericana el 22 de noviembre de 1963-, los mandatarios y sus gabinetes norteamericanos se trazaron como objetivo esencial e ineludible derrocar a la naciente Revolución Cubana.
Millones de dólares consumieron en su soberbia política de aniquilamiento del nuevo Estado soberano, el que tuvo que pagar un alto costo de valiosas vidas, o derramaron la sangre, e incluso, no pocos quedaron lisiados para siempre en enfrentamientos con bandidos alzados en los montes, principalmente de la antigua provincia de Las Villas, en particular en la región del Escambray, hoy Sancti Spíritus, así como, en Matanzas, Camagüey, Pinar del Río, lugares de donde fueron desalojados y aniquilados por la viril postura de los milicianos, incipientes Fuerzas Armadas Revolucionarias y de la Policìa Nacional Revolucionaria, con el fuego de sus armas ligeras, pesadas y de los aviones pilotados por oficiales bien cubanos.
Además, realizaban, desde entonces, no pocos ataques, incluidos los aéreo, contra establecimientos sociales, productivos y económicos de este territorio, hasta que sus sádicas ideas se transformaron en la Brigada 2506, formada por 1 500 mercenarios, la mayoría antiguos integrantes del ejército golpista de 1952, liderado por Fulgencio Batista y Záldivar. Incluía también a expolicías, asesinos, torturadores, revanchistas y oligarcas, entre otros,.
Amparados por la traicionera acción de gobiernos latinoamericanos, en particular los de Guatemala y Nicaragua, aunque en la isla de Vieques, Puerto Rico, se preparó el grupo de demolición submarina (hombres rana).
Poco a poco prepararon a los peor de la antigua oligarquía cubana, criminales y hasta cura. Es decir, todo tipo de lacra bendecida por el desgobierno batistiano. Vestidos de hombres, pero ogros miserables aquellos soldados vendidos al imperio yanqui. Ellos, en su mentalidad solo albergaban el deseo de regresar al pasado oprobioso de un régimen impopular, antidemocrático, arrodillado ante los designios del Imperio del Norte.
Pero antes de materializarse la invasión, a las seis de la mañana del 15 de abril, aviones B-26 de fabricación norteamericana, bombardearon simultáneamente aeropuertos de La Habana, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, como preludio del artero artaque que se produciría horas después y, a la vez, preámbulo que tenía como propósito destruir a las nacientes Fuerzas Aéreas Revolucionarias.
El saldo fue triste: siete muertos y 53 heridos, algunos de ellos de gravedad. En la despedida de duelo Fidel pronunciaría de nuevo la imperecedera y contundente exclamación de: !Patria o Muerte, Venceremos!, que por vez primera manifestar en el sepelio de los caídos en el criminal atentado del barco francés La Coubre -4 de marzo de 1060-, con saldo de 70 muertos y cerca de 200 heridos.
Triste realidad la nuestra, pero, pero como en la redentora manigua durante las guerras contra el colonialismo español, hasta nuestros días, la Patria siempre ha sido defendida por sus mejores hijos, porque, como expresara el poeta matancero Bonifacio Byrne: !Jamás ha sido mercenaria!. Todo lo contrario: humana, internacionalista, solidaria y amiga de los pueblos del mundo.
LA AGRESIÓN REPELIDA Y DERROTADA
En la madrugada del día 17 de abril se produjo la artera agresión mercenaria por diversos puntos de Bahía de Cochino, fundamentalmente por Playa Larga y Playa Girón, lugar este último donde situaron su principal cuartel. La flota, compuesta por cuatro buques bien artillados, había salido de Puerto Cabezas, Nicaragua, despedida por Luis Somoza (Tachito), quien junto a los asesores yanquis tuvo que tragarse luego aquella auforia guerrerista y triunfal mostrada al despedir a los vandálicos mercenarios traidores de su Patria.
Prevenido, el pueblo de José Martí, Maceo, Céspedes, Gómez y Agramonte, así como, de Juan Gualberto Gómez y José Antonio Echeverría, entre otros insignes patriotas cubanos, se aprestaba para la histórica batalla frente a un adversario bien armado y preparado, pero muy inferior en diginidad y moral a los oponentes, guiados por su indiscutible Líder: Fidel Castro Ruz, quien no solo condujo el suceso bélico hasta el triunfo final, sino que lo hizo de forma personal, presente en el frente de batalla junto a sus soldados y oficiales.
Vidas, sangre, sacrificio hasta los más altos niveles exigieron a la Patria Cubana, a sus hijos, aquellos días épicos, pero dejaron bien plantados que cuando un pueblo está dispuesto a morir por su libertad y soberanía, no importa el precio a pagar. Esa siembra de patriotismo, de defensa de una causa justa, abonaría el mañana y mostraba al mundo lo que es un pueblo decidido a luchar contra un enemigo muy poderoso en armas y en todo tipo de recursos, menos de moral, como aquellos vendepatrias vendidos al mejor postor.
La soberana victoria frente a las hordas mercenarias, devenida primera derrota del Imperialismo en América, constituyó, a su vez, una muestra de heroísmo sin límites, donde mujeres y hombres, cada cual en su puesto de combate, sembraría la semilla que demostraría al mundo que los imperialistas norteamericanos no son invencibles, y que, unidos, con valor y decisión, dispuestos al más alto sacrificio, pueden sacudírselos de arriba, y derrotarlos.
!Liquidada la invasión! en menos de 72 horas. La frase recorría el mundo que, admirado, conocieron cómo un país pequeño, pero grande en todo lo demás, había infligido una inmensa derrota al imperialismo yanqui. Fidel, su pueblo, se engrandedieron aún más ante la humanidad. Los pueblos del mundo, como expresara Fidel, a partir de Girón fueron más libres.
La epopeya bélica de Girón cumple en este Abril de Victoria 64 años. Y a pesar de la tensa situación económica y de recursos existentes, debido en lo fundamental al criminal bloqueo de Estados Unidos a Cuba, recordarles con admiración, orgullo y sentido patriótico a quienes ofrendaron lo más precioso del ser humano, sus vidas, por preservar su libertad y sobaranía ante un Imperio decadente, pero también capaz de todo mal por demostrar su fiereza y dominio.
Ahora, más que nunca, prevalecen en cada cubano digno de su Revolución que Patria o Muerte no fue solo una consigna en momento crucial y decisivo, sino para siempre, porque en todos prevalece el ejemplo de FIDEL, que supo unir a todas las fuerzas revolucionarias y, con valor, VENCER.