Por. Grupo de Comunicación Social del Gobierno del Poder Popular en Matanzas
Desde hace 90 años la historia guarda con celo uno de sus más trascendentes hechos: la caída en desigual combate de uno de sus más fieles y revolucionarios hijos, Antonio Guiteras Holmes, quien uniera su vida política e idénticos destino final a su amigo Carlos Aponte, de origen venezolano, pero hermanados en sentimientos patrióticos a la causa libertadora cubana.
El antiguo bastión militar del colonialismo español El Morrillo, situado en el litoral norte de la bahía de Matanzas, sirvió de escenario y mudo testigo al desenlance final de la fallida salida al exterior debido, fundamentalmente, a una vil traición y la confianza extrema de Guiteras Holmes en quien consideraba su amigo, el oficial del ejército Carmelo González, posteriormente ajusticiado.
Para la jornada del 8 de mayo de 1935, tras varias reuniones de coordinación, Guiteras, Aponte y otros compañeros de la organización revolucionaria Joven Cuba habían acordado verse en El Morrillo para desde ese lugar, en una embarcación, partir hacia otro país, pero desde horas antes, conocido el lugar y la hora de la salida, habían llegado a ese punto fuerzas militares con el propósito de impedir a toda costa el viaje. como así ocurrió.
De acuerdo con investigaciones posteriores al trágico suceso, en el que Guiteras recibió un balazo directo al corazón, y el sudamericano otro en la cabeza, se conoció de la traición de Carmelo, quien informaba diariamente al tristemente célebre jefe del ejército, Fulgencio Batista y Záldivar, los movimientos del líder revolucionario y de su compañero, pues Guiteras informaba de todas sus andanzas al oficial traidor.
Quien estuviera entre los que encabezaron el llamado Gobierno de los 100 días, tras la caída del dictador Gerardo Machado (1933), apodado el Azno con garras, y fuera autor directo de la nacionalización de la mal llamada Compañía Cubana de Electricidad, al conocer la llegada de las fuerzas militares entreguistas no depuso su arma, un revólver, sino que se batió frente a frente, como los demás compañeros, quienes trataron de escapar de la encerrona.
En realidad jamás se presentó en el lugar la embarcación que deberían abordar al descender a la desembocadura del cercano río Canímar, para luego tomar las aguas de la rada matancera y desde ellas salir a mar abierto y partir al exterior, posiblemente México tras una larga travesía, o alguna isla cercana, para luego formar una tropa mejor organizada, armada y regresar a Cuba.
Guiteras integra el panteón de los Mártires eternos de la Patria, junto a otros valerosos hombres y mujeres, cuyos ejemplos prevalecen y, en su momento, siguieron sus ideas para salvar a Cuba del yugo opresor de los gobiernos de turno.
Su estirpe antimperialista se irguió siempre como un escudo contra los vendepatrias, los que hicieron de su humillante actitud el símbolo del alma esclava, capaz de inclinarse ante la voz de mando del patrón norteño, ante el cual el dirigente de la Joven Cuba siempre blandió su espada redentora.
El ejemplo de quienes cayeron el 8 de mayo de 1935 en El Morrillo ante una fuerza superior en armas, pero no en valentía y moral, llega a nuestros días, y nos brinda fuerza para enfrentar al adversario norteño, empecinado en volvernos atrás, pero jamás acaecerá.
Unido a Fidel, Raúl, Díaz Canel y los demás líderes de la Revolución, y siguiendo el camino de nuestros Mártires, está Antonio Guiteras Holmes, al que se recuerda con respeto, pues su fecunda obra cubana y revolucionaria, por demás antimperialista, está en lo alto para, cual estandarte, señalar siempre donde está el deber.