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La calentadera o cómo echarle leña a las redes

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La calentadera o cómo echarle leña a las redes

«¿Qué eres mejor que yo? Tú te comiste un camión de locos o te diste un buche de champú. Todo eso de ahí es mentira. Eso no se lo cree nadie». «Dicen que en aquella empresa no quedó títere con cabeza y que al director lo agarraron con la querida en una mano y una maleta con un millón de pesos en la otra en la salida del aeropuerto».

Las redes sociales no solo han traído novedosas prácticas e interacciones sociales; sino que, también, han sido reflejo de muchos comportamientos pertenecientes a la idiosincrasia del cubano. La «calentadera» como fenómeno ha sido uno de esos que han emigrado al ambiente digital.

«Para que todo el mundo lo sepa, la mujer de fulanito lo dejó por el que cobra la luz». «Todos ustedes lo que son una ‘partía’ de mentirosos. Si es así como ustedes dicen, muestren pruebas».

La calentadera se pudiera definir como el acto de crear el caos o agrandar el caos ya existente. Tal vez, el ejemplo más sencillo para comprenderlo sean esos niños en primaria que, cuando había una pelea, en vez de tratar de detenerla instaban a los implicados a continuarla, la famosa gatica de María Ramos que tira la piedra y esconde la mano.

Hay una línea de la película Batman: The Dark Knight de Christopher Nolan que describe muy bien este tipo de individuos: «Hay hombres a los que les gusta ver el mundo arder». En Cuba se mezclan en este acto dos cualidades que mal enfocadas resultan muy buena leña para el fuego de la discordia: nuestro gusto por la polémica y nuestra disposición ante el chisme, por inventar historias en el aire.

Sin embargo, si en el tú a tú o a nivel de barrio o centro de trabajo la «calentadera» puede parecer nimia, en las redes, al poseer estas más alcance, sus efectos dañinos o su habilidad para mover el foco de atención fuera del debate y más sobre la digresiones que este ha provocado se incrementan exponencialmente.

«Todos ustedes son unas canchanfletas». «Si quieren vengan y den la cara si son mujercitas u hombrecitos de verdad». «No le hagan caso que ese no hace nada, solo es un ‘vivebien’ y un doble cara».

También en vez de recurrir al análisis como metodología, dichos seres echan mano al ataque personal y por tanto a la burla, como una manera de desvirtuar el mensaje al menospreciar al mensajero. Estas ofensas en disímilies ocasiones pecan de racistas, homofóbicas, misóginas u otros tipos de actitudes de discriminación, de carácter subjetivo y que al final no aportan nada.

Martí escribió que el humor debía ser un látigo con un cascabel en la punta y, si un recurso sabemos emplear bien los isleños, es ese: el humor. No obstante, muchas veces en vez de un cascabel se coloca en la punta del látigo una maraca, para que el ruido del chiste ahogue aún más fuerte el estruendo de la violencia que carga.

«No te hagas más, que ya tú no eres ni inflador, sino el director del parque inflable». «Gente como tú no le llega ni a los talones a tipos como yo, y si te faltan huevos ve a buscarlos en la bodega. A mí sí me llaman la bestia».

En la estructura de este comentario coloqué algunas expresiones o similares que pueden emplear aquellos que asumen la «calentadera» como una forma de diversión. Muchos de ellos, incluso, lo hacen a través de perfiles falsos o actúan como puros trolls.

Nadie debería subvalorar a nadie por el motivo que sea. Idealmente, las redes sociales se crearon para unir personas, no para armar pequeñas guerras que casi siempre solo causan que perdamos el tiempo. El debate resulta necesario, porque sin él no existe evolución, según el marxismo; sin embargo, hablamos del provechoso, no del fútil y el vano. Asere, por favor, no calientes más por gusto que, como dice la canción, “tú calientas, pero no cuelas”.

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